La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), a través del Instituto de Transferencia e Investigación (ITEI), ha puesto en marcha un proyecto de prevención y reducción de la desnutrición crónica infantil en Ecuador. Este flagelo afecta en la actualidad al 20.1% de la población menor de dos años. Si no se aborda de manera certera, puede llegar a afectar a 50.000 de los 265.000 niños que nacen en el país cada año.
El proyecto tiene dos líneas fundamentales: por un lado, busca fortalecer las capacidades institucionales y locales para la prevención de la desnutrición infantil y, por otro, diseñar estrategias de cambio de comportamiento con respecto a la alimentación y cuidado de la primera infancia, basadas en evidencia científica.
Hasta el momento, UNIR ha formado de manera online y gratuita a 150 funcionarios de la Secretaría Técnica Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil (STECSDI) para favorecer la coordinación intersectorial en los territorios y a 50 vigilantes de salud comunitaria en nutrición y salud familiar.
La investigación, que tendrá una duración de cuatro años, se implementará en comunidades rurales o barrios periurbanos de las provincias de Chimborazo, Bolívar, Santo Domingo de los Tsáchilas, Pichincha, Cañar, Cotopaxi, Guayas, Esmeraldas y Santa Elena.
Según Pilar Villena, investigadora de UNIR y experta en derecho a la alimentación en contextos humanitarios, seguridad alimentaria y nutrición, “la clave de este proyecto radica en fortalecer la capacidad de investigación, análisis, articulación e implementación de políticas y estrategias, para permear de manera adecuada en cada territorio”.
Para ello, “desde UNIR estamos fortaleciendo esas facultades a los funcionarios y a los vigilantes de salud comunitaria, que son los que están con las familias día a día, resolviendo dudas y problemas vinculados a la desnutrición infantil”.
Además, la investigadora recuerda que la desnutrición es un problema multicausal que requiere de “una buena coordinación a nivel local desde diversas áreas como salud, educación, agricultura y sanidad”.
Por su parte, “los vigilantes de salud son personas voluntarias de sus propias comunidades. Con la formación que impartimos desde UNIR, buscamos que sean capaces de identificar situaciones de riesgo que conlleven a una mayor predisposición a sufrir desnutrición infantil y que las familias puedan contar con un apoyo cualificado y cercano para evitarlo.”
“Gracias a la formación online podemos llegar a zonas de difícil acceso para poder realizar formaciones de este tipo. Además, contamos con un servicio de mentorías virtual que permite resolver los problemas que tengan dificultades y acompañamiento durante el proceso de aprendizaje e implementación”.
Entre los riesgos que destaca Pilar sobre la desnutrición crónica infantil se encuentra el consumo de agua sin tratar, una alimentación poco variada, los problemas que afectan a la posibilidad de mantener la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses, asistir a los controles natales y posnatales de los servicios de salud.
Proyecto alineado con los 1.000 días para toda la vida de UNICEF
Para las formaciones, UNIR cuenta con un equipo multidisciplinar formado por doctores e investigadores del área de salud, nutrición y profesionales especialistas enfocados en la estrategia de los 1.000 primeros días, siguiendo la propuesta de UNICEF para tratar la desnutrición infantil desde la concepción hasta los dos años, un momento sensible para una mayor desnutrición y que puede perdurar en el tiempo.
En este sentido, la investigadora de UNIR aclara que “las consecuencias de la desnutrición crónica infantil no solo afectan el desarrollo adecuado del menor y a su familia, sino que a nivel comunitario será una persona que no va a poder potenciar todas sus capacidades futuras para aportar al desarrollo de su comunidad”.
Cuando el niño o niña recibe una buena crianza tiene más posibilidades de sobrevivir, de crecer de una manera saludable, de desarrollar plenamente su capacidad de pensamiento, verbal, emocional y sus aptitudes sociales. Eso significan esos 1.000 días para toda la vida, según UNICEF.