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Bicarbonato de Sodio para los dientes

bicarbonato para los dientes

Desde hace décadas el bicarbonato para los dientes es muy popular como blanqueador. Puedes usarlo en combinación con la pasta dos veces a la semana o aplicar directamente frotando con el cepillo.

Utilizar bicarbonato de sodio para el cepillado de los dientes no supone mayor peligro para el esmalte a la salud de la boca, siempre y cuando se lo haga manteniendo normas mínimas de seguridad.

El cepillado de dientes con bicarbonato debe realizarse una vez al día, y las otras dos cepillarse de manera normal, después de cada comida.

Se debe utilizar una pizca de bicarbonato sobre la pasta de dientes y cepillar muy bien los dientes, premolares y molares. Además, no solo depende del uso del bicarbonato, también se debe usar un cepillo adecuado, y cambiarlo cada 3 meses como sugieren los odontólogos.

Se recomienda también utilizar un vaso de agua al ambiente con una cucharadita de bicarbonato completamente disuelto para el enjuagado final de la boca, de manera que se retiren todos los residuos y evitar que el bicarbonato cause daños en el esmalte de los dientes.

No se debe usar bicarbonato para el lavado de dientes o enjuague bucal si hay presencia de gingivitis, retroceso de encías o afectaciones a la garganta porque pueden ser perjudiciales para la salud bucal.

Si presenta alguna de esos síntomas, visite de manera urgente a un médico u odontólogo. Bajo ningún concepto se debe usar para el blanqueamiento dental la combinación de limón y bicarbonato porque no blanquea la dentadura, tan solo retira manchas que se encuentran en el esmalte de los dientes.

Un blanqueamiento profesional lo realiza un odontólogo sobre la dentina de los dientes, y para eso se utilizan sustancias como el peróxido de hidrógeno, que es de uso exclusivo de un profesional de la salud dental y que no se puede administrar de manera casera.

Usar excesivo bicarbonato y limón sobre los dientes debilitará el esmalte (la capa externa) y puede dejar al diente indefenso ante caries o líquidos calientes o fríos, provocando daños como la sensibilidad dental.